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CAPÍTULO 6: ¡AMSTERDAM-ALPHEN AAN DE RIJN



Salimos al mediodía, compramos comida para llevar para asi parar en cuanto nos alejáramos de la ciudad. El sitio en el que compramos estaba regentado por un mejicano que habilidosamente había puesto una bandera española en la entrada y unos toros decorando su interior, al menos la comida tenía buena pinta. Estábamos en la Estación Central, habíamos vuelto, ahora teníamos que salir siguiendo la ruta LF2a Stendenroute que nos llevaría a 350 km de allí, a Bruselas. Habíamos visto los carteles cuando veníamos así que no sería difícil seguirlos. Hasta el momento me había preocupado y mucho de si no habría confusiones para encontrarlos todo el camino; al menos dentro de la ciudad todo marchaba bien. Podíamos ir observando las casas barco a lo largo de los canales y los preciosos edificios en sus calles, algunos con cientos de años y el tiempo nos acompañaba, al menos el metereológico pues nos estábamos retrasando al volver a Amsterdam y por delante aun nos quedaban 50km a nuestro ritmo, el de empezar.

Los canales y los edificios se empezaron a disipar y por delante solo empezó a verse el canal que nos acompañaría durante prácticamente todo el recorrido hasta nuestro próximo destino. (El Amstel Canal).

Como todo, el discurrir de nuestra travesía no estuvo exenta de imprevistos pues unas obras nos hicieron dar unas cuantas vueltas de más hasta encontrar de nuevo con nuestra singladura al lado del canal. Llegados un poco a las afueras y al resguardo de unos árboles pues parecía que querían caer unas gotas ( ahora ya no nos acompañaba ni el tiempo) nos dispusimos a saborear nuestros aperitivos. La gente no dejaba de pasar en bicicleta, gente mayor, parejas con niños en sus carros, gente corriendo en grupo, sola, y nosotros parados al borde eramos unos más en medio de algún lugar de Holanda.Me daba la impresión de que no llegaríamos al destino, un pequeño camping en Alphen aan den Rijn, habíamos avanzado más bien poco y nos quedaban cinco horas de luz y unos 35 km, había que apurar, pero el viaje nos estaba atrapando y empezábamos a sentirnos como en un dejarse llevar, libres. Libres por ver como la aventura seguía y cambiaba como la vida misma, más intensa, al ver el nuevo paisaje cambiante que empezaba a abrirse ante nuestros ojos, con las bellas casas holandesas y sus canales rodeándolas, con sus "puentecitos" de entrada, y los famosos molinos de flandes enmarcándolas en un cuadro sin igual.

Recogimos nuestro momento de la comida con Amelie feliz de ver barcos del abuelo, patos, y miles de bicicletas; comer si que ya fue otra cosa, como ya nos tiene acostumbrados...

El día se hizo interesante, parecía que llovía pero cuando nos preparábamos para la precipitación con todos nuestros atuendos para las trikes y el carro de Amelie, la lluvia no hacía más que un molesto amago que ni mojaba ni dejaba de mojar y así con la no persistente lluvia y un viento creciente avanzamos por las llanuras holandesas cabalgando nuestros artilugios rodantes de acero. Lo estábamos pasando estupendamente, era lo habíamos ido a buscar.

Cuando llegamos a Alphen aan den Rijn, la noche estaba casi presente, no nos imaginábamos lo que aun estaba por pasar. Conseguimos llegar a tiempo pero el camping estaba a unos 4km y desviado de nuestra ruta por lo que tuvimos que tomar mano del gps del móvil y buscar un camino hasta el mismo. Para nuestra sorpresa, una autopista nos separaba del otro lado del camping y no teníamos claro como cruzar y acceder con las trikes por una de las entradas de la autopista no era una de las mejores opciones, y así poco a poco empezó a hacerse de noche. Por un momento la desesperación se apoderó de Su, pero tomamos la determinación de encontrar la solución antes de que cayera la noche completa.

Era ya noche cerrada cuando encontré una posible salida en el gps y avanzamos hasta el pueblo, pusimos las luces de las trikes y avanzamos por las calles desiertas y tranquilas aunque intranquilos por si hubiera algo o alguien al acecho. Nada de eso había, las calles eran de lo más tranquilas, sin coches, con poca luz y paradas en el tiempo. Parecía que todo el mundo se había ido a sus casas y estaban ya durmiendo. Paramos al lado de un mapa de la ciudad, al lado del cual había una puerta de un bar en aquella inmensa tranquilidad. Me decidí a probar si habría alguien a quien preguntar. Entré y el mundo cambió de repente. Echaban una acelerada música country y varios viejos cantaban juntos con sus jarras de cerveza llenas seguramente en holandés, había un gran ambiente de jolgorio, como si toda la ciudad que quisiera pasárselo bien aquella noche se hubiera citado en aquel bar. Pregunté a la camarera en inglés si me podían decir como llegar al camping de Poldelflora. No sabía, le preguntó a a los del jolgorio pero inmediatamente se acercó una chica joven de unos treita y pocos que resultó ser inspectora de tráfico. -¿Que hacía allí? -me pregunté yo-; fue nuestra salvación, conocía perfectamente las calles y nos guió sin problemas, fue estupendo y un alivio.

Partimos con las indicaciones que nos había dado nuestro ángel de aquel día mientras tanto era noche cerrada. Aun pedaleamos un buen rato, resulta que un carril bici surcaba junto a la autopista y pudimos ir. El camping quedaba en una zona muy alejada y tranquila, cuando llegamos timbramos en la casa en la que parecía que vivían los dueños pero no obtuvimos respuesta, solo ladridos de un perro, se habían ido ya. Nosotros decidimos montar la tienda igualmente y ya pagaríamos al día siguiente, era una opción que te permiten en algunos campings y no hay problema.

A oscuras empezamos a montar la tienda. De una caravana cercana salió una mujer y nos ofreció ayuda, hablaba mejor francés pero nos entendimos perfectamente, nos dijo que el dueño se había ido pero que no teníamos problema en montar. Solo había agua caliente en un grifo exterior, la amable señora nos prestó una tina en la que nos pudimos bañar aquella noche, fue genial, y Amelie lo disfrutó muchísimo, ahora solo tocaba descansar y ver que pasaría en nuestra siguiente etapa...


Por el último amanecer


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