Después de nuestra primera noche en París teníamos que irnos a un camping, pues nuestra maltrecha economía ya no nos permitía quedarnos un día más en el hotel. Esa mañana paseamos por las calles de Charenton-le-Pont, desayunamos unos sabrosos cruasanes y a la hora de comer nos reunimos de nuevo con mi hermano en el Kebab de la noche anterior. Estar con mi hermano en París era una sensación única. A la tarde nos esperaba un largo viaje. El camping que había en los centro de París tenía unas pésimas críticas en internet y la única posibilidad era ir a uno alejado del centro, a unos pocos kilómetros, en la zona de Versalles. Pero teníamos un problema, sin trikes, ¿cómo íbamos a llevar las mochilas, la tienda, los sacos y a nuestra pequeña? La solución la encontramos en un establecimiento en forma de silla de paseo infantil que parecía lo suficientemente resistente como para cargar con Amelie y todo el material. Costaba treinta y cinco euros y sin dudarlo la compramos para ...
Oscar: gracias por las fotos de éstos viajeros en trikes. La aventura de éstos ciclistas inspiran las mejores cosas a quienes los vemos.
ResponderEliminarSolo imaginarse cuátos kilómetros recorridos en soledad en medio de paisajes maravillosos han hechos, para valorar la experiencia de estos locos lindos.
Cuando hoy la vida moderna nos propone las comodidades y el sedentarismo, que haya gente capaz de hacerse al camino a vivir la vida en carne viva es realmente inspirador.
No dejes de publicar éste tipo de reportajes fotográficos. Saludos Sandro